
Das sin esperar nada a cambio, das sin condición alguna, pero a veces el dar demasiado se vuelve en nuestra contra.
Llega un momento en el que damos tanto y recibimos tan poco, que terminamos vaciándonos, simplemente, muriendo por dentro.
Tan bueno es dar, como saber dosificar, dar en exceso puede saturar, dar demasiado puede agobiar, dar sin medida puede ser perjudicial para la otra persona y para ti, en contra de lo que mucha gente pueda pensar, a veces pensamos demasiado en los demás y muy poco en nosotros mismos.
No hablo de egoísmo ni de vanagloria, quien nos rodea recibe de nosotros mucho más de lo alguna vez pudo imaginar y nosotros se lo ofrecemos de todo corazón, pero llega un punto, un momento, un instante en que te cansas, te agotas, sientes que ya no tienes nada más dentro para los demás, pero lo peor es cuando te das cuenta de que ya no tienes nada más dentro para ti.
No digo que dejes de dar, pero sí que pienses muy bien, a quién le das y en qué cantidades le das, porque tal vez, no valga tanto la pena como pensabas, tal vez no sea el momento de dar tanto, tal vez la otra parte no está preparada para recibir.
Cada vez que das, corres el riesgo de sentirte vacía, por ello dosifícate y no des todo a la primera de cambio, porque cuando tu interior se sienta vacío, quién se encargará de llenarlo…?
Un beso grande.
Cava.