Una tarde estaba un changuito muy tranquilo cuando de pronto
llego una libélula al lugar en donde él estaba, al principio no puso mucha
atención, aunque si se percató de su presencia, ella se acercó a hacerle una
pregunta y comenzaron a conversar.
Fue justo en ese momento que él se percató que la libélula
tenía unos ojos hermosos, una mirada muy especial, llena de luz, de magia, era
cautivante.
El tiempo paso, entonces ya no solo era la mirada de la
libélula lo que inquietaba al changuito, era todo y es que ella resulto linda,
hermosa, divertida, apasionada, juntos pasaron momentos increíbles, mágicos,
justos momentos y por todo lo anterior él se enamoró.
Esta historia esta apenas comenzando o está por terminar,
eso nadie lo sabe, así es el amor y la vida misma, porque en esta todo lo que
comienza tiene un final siempre, siempre, siempre.
De ella no podemos decir mucho, digamos que es un enigma, un
misterio, un hermoso misterio, un apasionado enigma, mientras tanto él se
dedica a disfrutarla, amarla, pensarla y aunque en ocasiones se siente muy
contrariado, es feliz por saberla parte de su vida.
Mientras llega el fin de esta historia, el changuito como es
su costumbre, dejara constancia de lo que es, de lo que vale, de lo que siente,
se entregara hasta el último momento porque la libélula fue, es y por siempre
será su más grande, hermosa e invaluable inspiración.
Cava.
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