Se abre la puerta y tú estás ahí, esperándome, tu sonrisa
ilumina mi cara y tu mirada me hace estremecer, me recorres con tus ojos al
tiempo que yo hago lo mismo por cada pulgada de tu cuerpo, me detengo en tu
boca y recorro esas curvas preciosas que me hacen sentir cada vez más deseo.
Sin decir palabras nos besamos, con la mayor pasión posible,
como si fuera el último beso de nuestras vidas, beso tu cuello y sé que te
gusta porque se eriza tu piel, adoro que tus senos se presionen contra mi
pecho.
Nuestra respiración se agita, puedo escuchar tus gemidos y tú
los míos, las exhalaciones aumentan a cada momento, a los dos nos excita
escucharnos y sentir nuestro calor.
Ya el deseo se apodero de nosotros, solo queremos ser uno
mismo en esta transfusión de amor y pasión, queremos sentirnos el uno al otro,
cuerpo a cuerpo y nos dejamos llevar.
Beso cada centímetro de tu piel y disfruto de tu humedad, me
encanta sentir cada una de tus texturas y verte arquear la espalda en señal de
placer.
Tus senos duros y firmes me recuerdan lo afortunado que soy
por poder amar a una princesa como tú, me vuelve loco el besarlos y
mordisquearlos, te gusta que lo haga duro y suave, rápido y lento, todo a la
vez.
Por fin nos hacemos uno, respiras y gimes tan fuerte que no
paras de excitarme, nuestros cuerpos se encuentran mojados de placer y en esos
momentos solo podemos unir nuestros gritos, dándole la bienvenida a esa
sensación llamada orgasmo.
Ahora ha llegado la calma, acompañando tus suspiros, los
míos, nuestra respiración poco a poco vuelve a la normalidad, me das un beso
como queriendo decir te amo, te devuelvo el beso queriendo decir yo también te
amo y será para toda la vida.
Estamos acostados, con los cuerpos entrelazados como para no
dejarnos ir jamás, aunque los momentos perfectos no están hechos para durar, si
no, no serían perfectos.
Cava.