Estamos en medio de un anochecer en el que tu mirada y la mía
se encuentran, tu cabello se enreda entre mis dedos, cuando te jalo contra mí,
entonces nuestras bocas se funden dando vida a un beso ardiente, intenso,
apasionado, como si fuéramos amantes de toda la vida, mi lengua trata de buscar
en el centro de tu boca, la chispa que comience el incendio, ese incendio que
nos hará uno partiendo de los dos.
Comenzamos a gemir, pausadamente, me tocas, te toco, nuestras
caricias sobre la ropa se convierten en una impaciencia que se agiganta a cada
segundo y en vez de calmarse, crece el deseo por arrancarnos hasta el último botón
que nos impide morder y recorrer con nuestras bocas, cada centímetro de piel.
Paso mi mano entre tus piernas y siento el infierno paradisiaco
que se acumula segundo a segundo, buscamos desesperadamente un lugar en donde
dejar salir eso que nos hace ser tan humanos.
Te recargo contra la pared, arranco tu blusa, sin detenerme
a pensar en cómo habrás de abrocharla más tarde, veo asomarse tus pechos
inquietos, sin ningún pudor, mis manos se convierten en dos copas que los
envuelven deliciosamente, mientras mi boca recorre tu cuello y mi lengua
humedece tu piel.
Dejo caer tu falda y en señal de rendición, me entregas
hasta la última gota de vergüenza que pudiese quedar aun en ti, ya no queda
nada más cubriendo tu cuerpo, más que tu propia piel.
Me empujas levemente hacia atrás y me vez ahí, de pie, con
la erección de mi fantasía a punto de explotar, me avientas hasta la cama y sentándote
sobre mí, me arrancas tantos besos de los labios como puedes, mientras dejo que
sientas el calor de mi piel en la tuya y luego me detengo, comienza el juego de
seducción, ese en el que mi boca comienza a viajar sobre cada rincón de tu piel
y mi lengua va dibujando versos deliciosos y exactos.
Mi boca llega hasta tu obra de arte más hermosa y
fascinante, mi lengua se posa ahí, inquieta comienza a dibujarte un circulo, el
que nunca se acaba, el que es marca infinita de los amantes, puros, desinhibidos.
Escucho un suspiro tuyo y alzo la vista para ver tu rostro mágicamente
transformado, entonces automáticamente nuestros cuerpos adoptan distintas
posiciones, ahora sientes como entro en ti a la vez que yo siento como me
abarcas por completo, cierras los ojos, yo también lo hago, mientras mis manos
acarician tu rostro, tu cabello, tus piernas, todo tu cuerpo.
Nuestro ritmo es perfecto, pues no queremos dejar de
disfrutar cada momento, siento como cada vez aprisionas más mi virilidad, gimes
y me miras, en tus ojos descubro como nos acercamos a ese cielo que tanto hemos
buscado, un temblor recorre nuestros cuerpos, estamos tan llenos de sudor que
nadie creería que tanto calor puede crear tanta lluvia salada...
Cava.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario