miércoles, enero 15, 2014

UN NUEVO DIA.




Al entrar al departamento me quite la ropa mojada por la lluvia, te dije que hicieras lo mismo o de lo contrario te resfriarías pero el pudor no te lo permitió, entonces tomaste una de mis camisas y te fuiste a cambiar al baño, al salir de este no pude evitar mirar tus piernas y caderas al descubierto y los senos debajo de la camisa, mientras tu mirabas fijamente mis ojos.

Al reaccionar te invite a recostarnos en la cama, así bajo las cobijas podríamos alejar el frio de nuestros cuerpos, sin dudar aceptaste y ya estábamos ahí abrazados y platicando.

Mientras la plática continuaba, nuestras miradas se buscaban todo el tiempo hasta que llego el momento en el cual nos besamos, fue un beso lento, tierno, nuestras manos acariciaban la piel del otro, entrelazamos las piernas y pudimos sentir que nos pertenecíamos, los besos ahora eran mucho más apasionados, te tu estremecías y dejabas escapar un pequeño gemido con y por placer.

Bese tu cuello, lentamente fui subiendo hasta tu oído y después de morderte la oreja te dije que te deseaba como a nadie, tu solo sonreíste y me diste el beso más intenso que jamás había sentido, te quite la camisa, bese tus mejillas, tu cuello, tus senos, en ellos me detuve un poco para después seguir hasta tu abdomen, entonces encontré tu mas intimo tesoro y me perdí en este, el movimiento de mi lengua te hacia querer explotar, que gran excitación, que sensación tan agradable, no quería parar, tu tampoco querías que lo hiciera, lo supe porque con tus piernas abrazabas mi cuello para que no me apartara de ti.

Acostados sobre la cama continuamos con los besos y caricias apasionadas, bese con dulzura tus piernas, tu espalda y donde esta pierde su nombre, entonces llego el momento de culminar toda esa excitación contenida, llego el momento de fundirnos en medio de toda esa pasión descubierta.

Mis movimientos y tus gemidos se mezclaban rítmicamente mientras tus piernas se aferraban a mis hombros, nuestros movimientos y nuestros gemidos se hacían compañía mientras clavabas tus uñas en mi espalda, mis gemidos y tus movimientos nos llevaban al éxtasis mientras veía el contoneo de tus senos y tu cabello alborotado.

Con los cuerpos llenos de sudor nos acostamos y abrazados nos besamos mientras me decías cuanto me amabas, mientras te decía cuanto había esperado este momento y cuanto te amaba, mientras ambos pensábamos en que a pesar de ser nuestra primera vez juntos nos entregamos como si fuera la última, con las piernas entrelazadas nos quedamos dormidos en espera de un nuevo día.

Cava.

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